86
Plazos (03/04/10).
El olvido también se construye,
yo lo conozco por alusiones.
Es que te habla en acertijos
y es la poesía su idioma.
En cada sospecha,
en cada escándalo.
En el plazo de cada artificio...
"deja que el tiempo críe memoria".
87
Insondable (05/02/10).
practico el desapego cotidianamente,
bajo formas inusitadas y sutiles:
“-buen día”
o
“-que calor”...
"-etc."
solo cada tanto me conmuevo frente a un niño,
que frente a su primer lluvia, y que esos ojos
insondables,
inefables.
todos los días y nunca más.
entonces
todos lo canales transmiten simultáneamente,
el entorno al ambiente,
convincente e inherente.
y sin embargo
¿aparente?
Entonces y sin embargo:
el desvelo de su media luna llena, cuida por entonces sus aclamadas conclusiones; sin embargo,
sin embrago ni reparo alguno.
como si en un sorteo virtual el somero ritual:
el cortejo de la última palabra
la moraleja de:
"decir nada y quedarse
con la mueca de costado,
ahí parado,
ver para creer;
y no esperar,
si siempre es ahora.
Ahora o nunca"
Júbilo perplejo del instante,
de la instancia y del instar,
dubitante titubear,
deleite siempre tropical.
Péndulo ancestral y pendiente vertical (llovizna, brizna inefable).
88
La llave (18/02/10).
Transito el recorrido de una gota por el vidrio,
lo sé, lo de trillado yo lo sé, simplemente se me ha dado por las gotas sin más.
Mis ganas de nombrarlas no se agotan
en la retórica, ni siquiera en la vertiginosa rutina de la gravedad
sobre la tenue tensión de la unidad en la susodicha.
La diferencia esta vez radica en la situación, la gota corresponde, relata;
un rumor de empañados jadeos se retracta.
Pornos si,
así todos; sin misterio: en bruto y complexión absolutamente entera y contundente.
Radica la diferencia entre mi gota y la de ellos, radica en su sinuoso vertical
en que se descompone en toda chance u hipótesis de una posible bifurcación,
mera actualidad.
Ahora me pregunto, ahora mismo y no después, ¿si en vez?…
vano e inútil lo real golpea como una ola su bofetada sobre mis perplejos ámbitos de cristal, que ya endebles levitaban en busca del lugar y su leyenda,
todo frontera su correlato,
el del protocolo y del afán…
Me detuve una noche de febrero
a observar fotografías,
e intentar traducirlas en danzas.
Me detuve una noche de febrero
a examinar cartografía,
a intentar imaginarme su semblanza.
Me detuve una noche de febrero
a expirar holografías
intentando descubrir cierta gracia.
Me detuve una noche de febrero,
a buscar en la poesía;
cierto rasgo de nostalgia.
Pese a lo constante y sólido de mis repuestas, volvió a escapar la conclusión,
como una mosca en el vidrio, así, si.
Ciertamente no entiendo que es lo que hace la idiota mosca en el vidrio;
debe haber un montón de explicaciones científicas y hasta teológicas
justificando la ridiculez,
de su inútil accionar.
Los manuales, los recetarios y las nutricionistas me agobian de todas maneras, el 46 % de ellas tienen gastritis, casi la mitad,
casi casi.
Es tan fácil explicar y describir que a veces me asusta solo pensarme inmerso en una argumentación elocuente y concisa: ser, dios, cosmos, Osvaldo…
Yo considero que la mosca es feliz, y por cierto que la gota ya dejó de ser el núcleo de mi interés.
Observo la mosca absorto, ávido y como buen hijo de izquierdista
abro la puerta, veo que se escapa y que sus paredes, se ensanchan.
89
El arbitrio desapercibido
Cuando vas de campamento los baños son pasos… y cuando llegás a tu casa.
A veces extraño el ruido de las gotas de lluvia en la carpa, cuando estoy de campamento.
Debe ser que tengo el techo de concreto.
“El diferido con rumor a cautela se estremece.
Lento vaivén de batucada.
Despierta en vuelo detrás del cristal, latente y real”.
Más ni añoranza ni perdón:
Microclima y escombro,
papel de diario
90
La última palabra
(01/02/10).
La última palabra,
alguien lo tiene que hacer.
Esdrújula y sensata,
al borde de la exageración.
Proclive,
al brusco pliegue sobre la lámina;
sobre el mosaico,
que versátil
confluye,
cósmico y transparente.
La última palabra,
alguien la tiene que decir,
como una lámpara, y su dueño;
siempre al borde de la exageración,
cargadas de premisas significativas,
exhortan contagiosas.
91
24/01/10
Una mirada se le cruza a la otra.
Te sabes apelado,
mas tu objetivo desprovisto
aúna, tenue y libertino. Ahonda.
Prosigue y palpita
cósmico.
Transparente efluente.
Influyente.
Efusivo.
Transhumante.
Efusivo efluente:
demora demasiado la velocidad de la distancia
a la hora de presentir.
A todo esto, hace tiempo era un baldío, ahora ya es fachada.
Ver para creer y no esperar. Decir nada, y quedarse con la mueca de costado.
Suficientemente ensimismado (ahí parado).
Ni un leve arancel, inaudito o recíproco, o utilitario.
Incrédula sensación. Proclive. La amabilidad necesaria, el rango amable predecible.
“Somero ritual”.
La rutina de la recursividad recurrente y difícil.
La cuota de solidaridad íntima y difícil.
92
Porque si. Las trampas al solitario que entre puertas y ventanas.
Solo evocanse en motivos,
Aludidos:
“Cuando se aprende a escapar. ¿Se conoce también el camino de regreso?”
Pretensión:
-Reflejo ajeno que duplica el lugar.
-Solo rastros y plegarias.
“Robarle protagonismo a los instantes trae aparejado su regreso.”
93
Elogio a la intimidad (3/06/10).
El modo en tu acento.
Como una leve certeza de caricia frágil
alumbra una ruta de incógnitas y sospechas.
Y en el suspiro de toda tu elegante paciencia,
descansa fértil
el olor a ilusión consabida.
Es como si vos, si nosotros o ellos
Es como que tal vez, si en vez.
Y ya que bifurca endeble el deseo,
se camufla en los ecos
de tu sonrisa, de tú palabra.
En la voz de tu olvido
y en los sublimes jardines del canto, que pregona
y destella vívida y cándida,
Tu voz fresca, tenue y nítida,
solo como lo sabe hacer la Clara mañana,
la cristalina duda.
La duda en tus ojos
que alberga.
Todas sus preguntas
todas tus respuestas.
Como si de casualidad se tratara.
o reparara en tu dolor,
en tu color,
tal calor es de tu sabor.
El modo en tu acento,
sin descuento o documento.
Solo intento llegar a vos.
XIV- EL ARBITRIO DESAPERCIBIDO
Rimas.
94
Cuando los párpados de la noche amanecen
humectados de rocío y de ceniza.
De un imperceptible olor:
Heme aquí de tus instantes,
el eterno navegante, de turbante
heme aquí.
Heme aquí de tus momentos.
El efímero argumento, de uno más.
Quiero lento
invitarte de paseo por el centro
y este par de complementos,
que es amar y dar sustento.
El conciso implemento del lugar.
Heme ahí de tus instantes,
el extraño de turbante
multicolor.
95
La influencia de la fe.
En sólidas conclusiones
compartimenta las láminas,
donde el mosaico.
La inocencia en lo que se
de bólidas confesiones
sedimenta las lágrimas,
donde hubo el llanto.
Salí indemne el roce del instar. Con drástica inocencia y discrepancia de astucia,
la instancia displicente me asegura,
que no he sido otro. Más allá de esta sólida conclusión inaugural.
Influencia de la fe
de históricas persuasiones.
De lo que no se.
Lo que ignoro. Todo ese error, que goza de la austeridad. De la ausencia más presente en mi simiente.
La condición de la razón, es conclusión y confesión;
mas sin pasión no es lo que soy.
Sino es serás.
Siempre es veraz, ya lo verás que al claudicar, aquel renglón
proseguirá sin dirección hasta el final.
Mas no verás, siempre de atrás le correrás
y encontrarás la brevedad de su lugar en su fugar. ¡Y es de cristal!
y es de verdad, y en variedad tan perspicaz que lo tendrás y no hallarás, mas solo su haz
y nada más… “solo fugaz”.
“Ya”;
me dirás.
Mas no hay renglón,
ni solo un hoy,
sin posición, ni posesión
(sin sensación de verde astucia,
sin decisión o vil renuncia).
96
“¡es que no hay vida sin dueño!”.
Tratado general de la responsabilidad
Donde radica pues
quien ejerce rol de juez
y permite ser capaz,
cuanta posibilidad.
Y remite del después,
manto y flujo a la vez
mas sin dolo o caridad,
¡ten responsabilidad!
“Gris mosaico en cuya tez,
se denota palidez
y practica la ansiedad,
cuando encuentra identidad”.
Mas no solo, sino es red;
cuando trae rapidez,
y se esconde en la mitad,
¡tanta probabilidad!
y si llega o sale, es;
un perfil es, fluidez
¡y rebosa Terminal!
¡en potencia y libertad!
97
Sospechosa influencia
El argot del azar
Al pronunciar
Que es traducir. Una especie de señal sin concluir,
O interpretar.
Al proponerte responder. Ves la pregunta y sin querer.
¿es un estela vertical
o circular?
Sospechosa inluencia
En la avenida.
Cadenciosa latencia
y lejanía.
Y caminar es tu lugar,
¿Cuánto porqué?
¡Y para qué!
Y tu mirar,
Que al deslumbrar
Es devenir inaugural.
XV- ÉXODO (2011)
98
Algunenado Escombros
Surgen recuerdos espiralados
que como mármol
estallan concéntricos
(polvo estelar de recuerdo).
Un aguacero cristalizado
en momentos sublimes,
de encanto fugaz
en apetitos insaciables y transparentes
(y) rubores de bosquejos.
Abreviaturas de un todo mejor
donde la luz sin espejo ni tono.
Sin constancia alguna
o libreta de libertad, empero
emerge…
Sin radio o margen alguno:
excentricidad suculenta y tentadora,
encantadora.
Surgen recuerdos espiralados
y como mármol
estallan concéntricos
(algunenando escombros estallan concéntricos).
Con la Raíz a la
Intemperie.
Lejos, tan hondo
Como la distancia que se camufla entre vertientes y
variantes de profundidad neta pero distante.
Fluye ambigua entre mantos y espectros sumidos,
y se renueve y vuelve a volver
en esporádico afán de correr.
¿Es qué la distancia nada de sitio retiene?
Mas si solo sitios contiene,
Pero si solo en sitios sostiene
y huye,
desprevenida e insólita.
Con la raíz a la intemperie, tieso y frío granizo de
momentos diferentes
componen un mosaico cuyos retazos tú habitas, donde acaso tú
evitas
a la luz
perpendicular.
Categoría inherente, (óntica y traslúcida).
Que dejó una estela con rumor a fragancia de manzanilla azul
Lejos, tan hondo
allí compongo:
un canto lleno de lugares comunes de testigos inmunes, de
límites como pactos, colapsos y trayectos, imperfectos. Láminas en las que una
añeja luz fosilizó antaño el recuerdo
arqueologías del para siempre: Los rastros del catastro.
Desde el astro hasta el pasto, el abasto en lo abstracto.
Conjúgate hoy en secreto,
Que hoy no es tiempo de silencio
y que es débil, ni oigo el recuerdo.
Deja a la brisa hacer su trabajo,
que surque veloz el atajo,
lo más debajo del plazo.
"el oficio del
zurcidor es el más triste, porque cuando un zurcido ha quedado perfecto se hace
invisible, y lo invisible es la condición de su perfección".
Ausentar,
Abandonar,
Desamparar,
Desapego: Sin defensa o protección alguna.
La lejanía indómita,
Difícil de sujetar o de reprimir.
Ausente de todo escrutinio, en derecho o en resentimiento.
Inescrutable.
Insondable, inexorable.
Prominente en todo complejo cuanto de haber, o de esperar.
Robusto semblante auténtico y similar.
Memoria inaugural.
Circular, circunscripto y concéntrico.
Caótico y/o cósmico
entrópico y típico, clásico o romántico.
Halo, aureola, periferia.
Tajo, pozo, agujero.
Prominencia indómita. Caber.
Efusivo efluente
Espasmódico.
Inflamado, inflamable.
Livro.
Augurios y plegarias
profesas leyendas de cartón.
Que inauguran confesas
la dinastía veloz
De una rima pretérita resuena
es la continua cadena:
eslabón. Siempre entre dos, puente veloz.
Retina cristal del idilio.
Crisol
transparente, augural.
Vertical caminar,
del umbral radical:
del mirar nominal y del mirar no mirar…
para ver la pared de papel
y leer: “realidad”.
Idilio vertical de encontrar el lugar
y animar el mirar.
Para ver y obtener realidad,
la verdad: literal.
Lateral.
Entre dos, de grosor litoral. Eslabón
de papel y cartón,
Literal.
libro.
Relativo relato y correlato.
Narrativa nativa.
Preámbulos.
El pretexto de la moraleja
no deja
lugar a dudas
de su súbita influencia,
de su semblanza.
Y en la última palabra se desgrana
en atisbos,
en fragmentos de indudable alarma
se fomenta presuroso
el esbozo de un colapso
momentáneo y simultáneo
del reposo fugitivo.
Simulacro ineludible.
Involuntario.
Aforismo.
Tiendo a generalizar la excepción
cuando juzgo como corriente
algo que me sucedió
y/o a alguien a quien casi apenas conozco.
Confiado en lo excepcional de nuestra condición,
cuando extraño ajeno en actitud de caracol
a los rasgos del entorno.
Y los coloco en un relato
que todo lo contiene
y lo supera a cada parte;
a su vez que depende de ellas.
Entonces me afianzo a una fotografía
que, como un escudo, un talismán (amuleto y/o tabú).
Un emblema de la memoria
a cuya responsabilidad me remito,
elogiándola victoriosa en palabra y silencio.
Que ni nombra ni perezosa vigila
en sospechosa actitud ajena
de paciencia infinita
y vulgar
aforística
y
doctrinaria.
Besar el espejo,
reflejo empañado
en aliento
apresurado, arrítmico…
casi un jadeo
más turbación en el lente,
del enfoque latente
Bastante:
Temperamento.
Se pierden por los pasillos de la luz los contornos
que ya difuminaban concéntricos, augurando
Prestos rastros
del rostro acaheicido
En simulacros de hondo consabido
Rememorando vapores.
Garantías (o poemas
con dedicatoria).
Ahí es que te das cuenta, todo lo que es capaz de hacer
ella. Por ti.
Todo lo que es capaz de hacer
Alguien (por ti).
Y te sientes en deuda.
Quieres compensar todo aquello que sientes,
llenar esa distancia, acortar la brecha que brota
de la distinción, entre tus defectos y su virtud.
Entre tus defectos y la virtud,
de dar algo por alguien
y virtud también
la de reconocerlo, en el otro,
cuando acusa en ti la sanción
de la sanación.
Esa sensación,
socava y tosca.
Es el patrimonio
de las arcas afectivas.
Y por ende. El reconocimiento es de a pares.
Tanto de uno como de otro y sin embargo,
celosamente poseyente de un inconcluso
gusto. Capaz de hacer por ti,
lo que sea y siempre, de nuevo
y nuevamente:
gracias por existir.
gracias por existir.
Escucho diálogos profundos
Cuando tu boca me habla de palabras
Y dices que cuando eres
Me dices de cuanto eres.
El pasado llora por dentro
Y quema las entrañas y desgastas
Cuando naces y rehaces, todo un cuento
Y casi puedes…
Y entre tanto, todo eres
En el canto te conmueves
Prodigiosa y delirante,
Enhebrando en el semblante,
La luz tenue del mediodía
De la vida misma
Que tú rehaces,
Que tú deshaces.
Que conformas y deformas:
aristas de tersa oscuridad
en cuyo pasado embistes
a toda velocidad
sin diplomacia o templanza alguna
sin arrogancia o tendencia astuta
fértil.
Cuenca de cristal,
Osamenta vertical
Súbito y perplejo
Te saluda
Quien te escucha desde el silencio.
107
Garabato.
Entre la fuga de todas las cosas
Mirabas la lluvia caer
Mientras dibujabas en lo empañado
De tu aliento frío
Siluetas y contornos
En la ventana de la habitación.
Oropeles fantásticos que asoman
Donde nace el arcoiris
Luego de que el sol
a través de la bruma,
se dispersa entre pasillos
de pequeñas gotas amontonadas.
La forma de un espiralado garabato
Simula un sonido de viento
Y de mar, cual si fuera
Una caracola metafísica.
“es el sonido del verano”,
Es que llega con sus olores para estacionar sus parcelas.
Mirabas la lluvia caer creyendo deseoso
Por salir a chapotear en los charcos,
Correr salpicando a todo aquel cuyo borde,
Se atreva o convenga en cruzar,
Los límites del garabato.
108
Poema Nuestro
Constancia de durabilidad,
Remito de conforme,
Prueba de que ha vivido,
Libre de libreta,
De
Libertad
De
Anhelarte,
Y exigir lo que no fue, lo que nunca hubiera sido,
De no habérselo imaginado. Puro olvido. Hubiera sido
La ausencia tiene miedo, de aparecer,
Entre todas las formas y siluetas, de vapor
Con formas remotas y de adorno
Una entera suspicacia se desdibuja.
La suspicacia que toda pequeña disputa alberga
O en toda huella que queda,
Apegada, a toda costa o al desamparo
Más prominente y tedioso
Tan absoluto que absorto
Recuerda siempre,
Que puede haber alguien
Que extrañándote en silencio
Calla.
Nunca presumas de ello
(no es más que deseo, lo sé)
Y realiza tu sueño,
Más nuevo…
Es mejor callar o huir,
Cuando es verdad.
Nunca es bueno presumir.
La ausencia tiene miedo, de la noche,
Y ahonda aferra, en exagerado ahínco predispuesto
a todo menos a la soledad.
Afuera, la jurisdicción.
de la Frontera de nosotros dos
Espera:
¿Es verdadera tu voz?
La que suave, supo conquistar
Las orillas y las velas,
De mi mar
Me conquistó.
El derecho a la ternura,
Desrregula la cordura
Y al adiós.
Arremete, con ribetes
De locura
si perdura:
109
SMS
No hay vacantes
en andamios obsoletos,
el sujeto del inmerso repetido.
Aludido entre jaulas y hazañas.
Se desgrana un gigante adormecido.
Entre tantas ilusiones, pareceres.
Y placeres de estadía duradera.
No hay carteles
ni letreros luminosos,
a la vuelta de cualquier esquina
Cualquier tarde.
XVII- AGUA INFLAMABLE (2012)
Decreto de esencialidad/salida de emergencia.
Atomismo elemental del fuego y del viento, Del agua y de la roca madre, vergel tumulto De hierbas y de gramíneas, Pradera de aire serrano, Incendios intencionales Inhóspitos valles, donde lentos Murmuran cautos, pequeños restos de escorrentías Finas, en grandes arroyos y cañadas Parches, islas, bosques Bosquejos elementales de un vínculo antiguo. Desde lejos proviene en el tiempo El espacio. Del espejo y del espanto. O del asombro, Nombro, despacio El secreto, de la noche y del día. , de la emergencia esencial Y de la huida, Perspicaz y veloz. De una flor. O cualquier semejanza con las ciclovías. De cualquier avenida (lussich o Joaquín de viana)
111
Los sueños y las metas.
Muchas veces, duran lo que el transcurso de un sueño. Este no llega a ser lo que en un principio se esperó de él. Mientras que creció, avanzaba con la expectativa de llegar, Y no llegó nunca (a ser), A ese lugar. Pasó por muchas paradas más, y por otras que no eran paradas. El sueño y el tiempo, fueron una misma cosa, Fueron de la eternidad, y de la parada que está por llegar. El sueño nuevo no retiene o sostiene reminiscencia alguna No duda o endeuda sus arcas en mundanas preocupaciones O situaciones de extraña silueta, de larga simpleza. Que avanza Y no llegó nunca (a ser), A ese lugar. Pasó por muchas largadas más, y por otras que no eran largadas. Y el tiempo y el sueño, fueron lo mismo. Fueron la huida de la parada que está por llegar.
“Ayer decimos hoy Y es hoy ayer Decimos ser y somos Sin saber”
112
Etiqueta.
Con ella, el amor ha sido raro. Si el amor se hiciera. O se pareciera a ella. No es necesario admitir, Sonreir al mirar la cámara de fotos O etiquetar, en la red esa, Donde todo se une. Una red virtual. Mucho más virtual Que el amor. Con ella, el amor ha sido raro. Sin ella, desamor y desamparo. No debemos olvidar el nombre de usuario Y la contraseña. O todo se transformará. Cambiará de lugar y de laberinto. Laberinto. Laberinto distante Multicolor. Policromos cubos Pirámides y espejos. La catarata, Desértica encuentra rincón Y color. Al caer A la fuente:
La fuente habla de ciclos, De vías y avenidas dignas de ser caminadas. O bebidas en caso de saciar la sed (La sede. Sucede) o sea agua La fuente es también Pero tampoco es palabra, recurrente giro expandido Paradoja del final inaugural. Superior al de ayer o al de hoy Incluso mañana.
15/11/12
Mi pueblo no estuvo ausente y mucho menos de espaldas A la trágica y amarga historia del continente. Fuimos un balcón al frente de un inquilinato en ruinas El de América latina, frustrada en malos amores, Cultivando algunas flores entre Brasil y Argentina.
113
CON
POSICIÓN
DE LUGAR
Se trata de un paisaje interior. Está dentro y es privado. Respeta la intimidad de tus textos pues fueron escritos en silencio. La valentía de la interpretación es decirlos, La disciplina de la interpretación es no violarlos. Deja que el público sienta tu amor por la intimidad aunque ésta no exista.
Es público y concreto. Y De público conocimiento. El público de los textos, conoce de avenidas. Doble vías que a la noche, gritan motores de estruendo. El único contexto que lee entre líneas, es un secreto de boulevard:
Nunca una moto del Cerro, llega a destino antes. Es por eso la prisa que imprimen, Astutos al volante, los nocturnos motores, sus carreras tardarían en llegar. Aún horas más. Deja en la puerta los zapatos y pasa, pues ven mira, es tarde, la noche avanza. Y aún no llegas durante tanta prisa. Que avanza. Y soslaya encomiable. Ven que aún atisba y tenue aúna, en recurrentes juegos pretéritos Y abundan, en contadas y viejas cíclicas En caracolas de ese lugar. que los dos. Develarán.
29/07/12
114
Alegato contra los aljibes grises, bajo el silencio solitario de los álamos, hueles a lluvia y a baldes, tus siluetas son escasas y opacas tu viento, en un clima cálido de agosto.
115
Agua inflamable. 31/12/12
Cuándo se quema el agua, si es seguro, por otra parte, que es mucho más numeroso, lo ausente. cuando el vapor sube, y condensa otrora, masas y masas de grises perlas. Cuando fue la última vez, que decidiste no hacer aquello que es mucho más numeroso, lo ausente. El agua, inflamable, no se quema al fuego, se quema con fuego. se quema con juego entre el fuego y la constancia, del agua la distancia, entre bordes, de volumen y contorno, inflamable. Cuando se quema el agua, se quema con fuego y constancia, del borde y de la distancia. del rebrote ajeno, y no del fuego, y es inflamable. "hoy el agua es inflamable".
116
POEMA AL SEÑOR, AL VIEJO, ADULTO MAYOR ESE
QUE SE POSA, EN LA CALLE LAS ORQUÍDEAS, Y MATA SUS TARDES, SALUDANDO A LOS TRANSÉUNTES, PEATONES O CHOFERES. A CADA UNO DE ELLOS SALUDA
CUYA SIMPATÍA DESBORDA CIERTA MELANCOLÍA.
UN DÍA ME ACERQUÉ A ÉL, PARA ASÍ HABLARLE, DIRIGIRLE UNAS PALABRAS;
SIN EMBARGO SOLO LE DIJE “CÓMO ANDA”,
Y ÉL ME RESPONDIÓ “MUY BIEN”. SEGUÍ EN MI BICICLETA.
Y CREO QUE NO VOLVÍ A RECORDAR ESE MOMENTO.
HOY ME CRUCÉ AL SEÑOR,
AL VIEJO, ADULTO MAYOR ESE
QUE SE POSA, EN LA CALLE LAS ORQUÍDEAS, Y MATA SUS TARDES, SALUDANDO A LOS TRANSÉUNTES, PEATONES O CHOFERES. A CADA UNO DE ELLOS SALUDA
EL QUE CUYA SIMPATÍA DESBORDA CIERTA MELANCOLÍA.
IBA EN LA CAMIONETA, Y LO SALUDÉ. DELANTE NUESTRO UN MOTORISTA
LE TOCÓ BOCINA.
ESTE POEMA ES REAL. COMO ESE VIEJO, ESE ADULTO MAYOR
QUE SE POSA, EN LA CALLE LAS ORQUÍDEAS, Y MATA SUS TARDES, SALUDANDO A LOS TRANSÉUTES, PEATONES O CHOFERES. A CADA UNO DE ELLOS SALUDA
Y CUYA SIMPATÍA DESBORDA CIERTA MELANCOLÍA.
ESTE POEMA ES HERMOSO.
117
Nació justo cuando la noche, de media luna (como si un tajo agrimensor), contemplaba perpleja una lenta estampida de caracoles por sobre una húmeda vereda, la de enfrente, así pues sobre la una menos cuarto y en plena dinastía del escorpión. En la escena un jazmín rebosante, una madreselva, una violeta, un pimpollo y un clavel del aire; atestiguaban el aroma parturiento del huésped recién hospedado, de la reciente habitación.
Se dio cuenta, una tarde, al mirar alrededor nada más que se dio cuenta que ya era inevitable, que podía. Era la hora de salpicar la quietud de la calma del lugar, en la frágil templanza ornamental de un tiempo innato, en herencia y posibilidad… y de una luz (cómplice y testigo inmune), fue como si una tempestad. Eso si, luego vino el momento de la verdad; como para toda la vida (y no hay vida sin dueño). Y los lentes ya no filtraban solamente. Manipulaban, en un zurcido artesanal y tal vez, solo tal vez, fue el momento de sentir. Sentir, nada más; sin rigurosas evidencias de una razón, furtiva y fugitiva, sin decorosa tendencia alguna.
Alguneando a la altura de las circuntancias de manera fascilante, hondas abstravesuras de luz desviada y verguenza ajena de tabú. Si lo prometido es deuda y es un plagio siempre autografiado, entonces un éxodo de etcéteras pensará en plazos más abstractos.
118
13/03/13
Decir poesía
Decir poesía es, encontrar la
distancia entre lo biográfico y lo poético, evitando lo anacrónico de la
esdrújula obsoleta, brújula (septentrional y austral; meridional y boreal).
Decir poesía es palabra, palabra
que no significa ni significante. Palabra que lleva adentro, en la intuición de
un eco antiguo, un secreto (insisto), un secreto sin sorpresa. Un artificio, un
asombro y un escándalo por lo efímero de la calma de lo acabado que ya se aleja
del tiempo aquel, en cuyo espejo la distancia matizó, una matriz perpleja que
va, desde quien escribe al infinito silencio de la nada. A la tediosa caída de
las palabras que sórdidas reclaman sentidos que no acatan la cárcel que las ata
y las delata fugitivas.
Poesía prófuga y con “s”, te vistes
con galas de aborigen, irrumpes en escalas sin origen y esperas en las letras
que corrigen (si consiguen) al sonido sostenido y musical de una voz escondida
que retumba en tu dolor poeta, y en tu amor, en tu pasión y en tu razón. Poeta.
Digo poesía y palabra, es la primer
palabra que me viene a la cabeza, y una catarata de sinónimos olvidados, de
lenguas muertas y estilos tardíos, de borrachos amantes de tu ser, palabra, que
no hablan con tu ser, que no hablan y se escuchan, a la vez. En innombrables
juegos pretéritos, en retóricos giros absurdos, en austeros ámbitos sin final.
En cualquier parte del mar, es cristal de temblar y romper, es quebrar la
novedad, desvanecer la realidad, hasta siempre del final, del poder inaugurar
la novedad al nombrar. Señalar con el dedo los objetos y asegurar:
pájaro,
árbol,
abuelo.
Inquieto es saber que nombrar es
siempre entender a lo demás, sin parecerse jamás.
Desvanece el poema como las sombras
del día y renace la noche como la sombra del poema anterior, y mañana poeta,
cuando mires con afán de nombrar en palabras, la nostalgia de antes de ayer, la
arrogancia del acontecer. Recuerda que adentro,
siempre es nacer.
119
Me quemé el pulgar,
Sosteniendo la punta de ese lugar.
Cuando yo escribo, al menos.
Me gusta la gente común. No la que
alardea en definiciones o inútiles cosmogonías. Hay que gente que tiene el
extraño privilegio de tener razón siempre, pero eso me aburre. Equivocado está
aquel que tiene nada por hacer, que le da igual o no hace planes para el
futuro, aunque capaz creyendo en el futuro, aún así se acopla y mimetiza con la
altura de las circunstancias. Altura en cuya punta radica y tenue aúna, en
giros y escombros, indiferente al humanitas o al cánon de lo que es y/o lo que
no es.
Me gustan los militantes de la vida
y de los lugares comunes, que viajan por el mundo y las duraciones de las
continuidades, las discontinuidades, los cambios y las permanencias del diario
vivir. La ecología de la acción, las causas perdidas.
120
Mudar I
Siempre que me
mudo se propaga en mí una extraña sensación de vulnerabilidad bastante ajena.
Casi tantas como quepan retumban.
Al llegar los
techos y las paredes no parecen ellos mismos, o sea son con respecto a mi casa
anterior. Nunca comienzan siendo ellos mismos y en determinada tardecita, así
como por arte de magia ya están en mi interior. Suena casi a una extravagancia
decir que un cuarto, que forma parte de mi entorno esté adentro mío. Suena pero
no es así, en el sentido de que están adentro mío. Se podría decir que esto
sucede cuando tengo la capacidad para caminar sus pasillos una noche de apagón
o jugando mareado y con los ojos tapados algún juego de esos de mi infancia, no
se podría proclamar un hito, pero uno se da cuenta inmediatamente, así
súbitamente…
Al decir respecto
a mi casa anterior a lo que me refiero es que mi aparato receptivo, recién está
procesando en sus primeras capas la presencia de otra luz, otro aire, otros
vecinos, almacenes y/o perspectivas (balcones). Ya no es lo de Aroldo (mi viejo
almacenero), y saludar a cada vecino no va a ser lo mismo. Es decir, pese a que
los saludos no tienen fecha de vencimiento, se podría decir que en su génesis
secreta tienen la información necesaria y suficiente para desarrollarse y
guiarse de modo autosuficiente por las sendas del inminente olvido.
Otro párrafo
aparte merecerían los olores y factores como la humedad o la presión. En
lugares más alejados de la costa y edificios sucede que para llegar a la azotea
y ver el techo (y es que siempre hay un techo) se debe caminar muchos más
escalones. Los factores son varios, pero sino convergen en un cuerpo que los
sostenga no serían tales.
Puede pasar
también que el cuerpo se desborde, en tal caso es recomendable volverse a
mudar. En lo personal prefiero no volver al lugar en el que estaba antes
radicado. Aunque a veces las facilidades y las comodidades no nos dan opciones,
o la necesidad. También razones más contractuales como la garantía, un capital
que uno depositó; un inmueble de algún ser querido… o nomás que todos los meses
te van descontando lentamente de tus arcas, algo que te comprometiste a pagar.
Igual en esos
casos (¡me he mudado tantas veces!) cuando vuelvo a mi casa anterior (parece
una redundancia: vuelvo y anterior) necesito comprar muebles nuevos, cambiar de
dirección la cama y poner algún espejo nuevo. Así parece otra habitación.
Habría que hacer
otro párrafo aparte para las motivaciones que hacen que nos mudemos,
principalmente los de índole económico… o sea los que tratan acerca de la
distribución del patrimonio con el que contamos, nuestros bienes y no solo
nuestro dinero. Muchas veces los motivos te echan y otras veces, solo para
tener mejores ventanas, o que no te llueva el techo. En fin cosas mundanas con
las que se podría vivir, pero no de manera óptima, hay casos muy diversos. Yo
por una casa más luminosa volvería a mudarme mañana mismo. Es un tema la garantía,
en mi caso es otro inmueble.
Siempre, como en
todos los ámbitos de la vida hay un plazo para todo, aunque igual no siempre se
cumplen a raja e’tabla.
La parte que menos
me gusta es la de cargar cajas con objetos personales y cositas de vidrio y
porcelana, todo eso es tan frágil y los libros, como pesan todas esas palabras
acumuladas en folios cargados de memoria, que fatigoso. La máxima pereza me la
da volver a abrirlas y a buscarle un lugar adecuado en la nueva habitación…
todo eso sin contar lo que cuesta conseguir cajas adecuadas y suficientes. La
sensación de vulnerabilidad bastante ajena creo se debe explicar en parte por
la provisoria falta de cobijo, que siempre es accesoria y circunstancial pero
no por ello menos válida y necesaria.
“que cerca que queda
lejos”
Mudar II
Decía antes que
siempre que me mudo se propaga en mí una extraña sensación de vulnerabilidad
bastante ajena. Que casi tanta como quepa retumba.
Extraña pero en el
sentido que indica el prefijo “ex”, o sea afuera… o sea hacia fuera, a la
intemperie. Esto de las mudanzas tiene mucho que ver con ello. Pero si bien
cuando me mudo siempre extraño. Tampoco siempre extraño igual. Depende del
lugar del y al que me mudo, y al que extraño, y también del que empiezo a
generar futuros momentos de extrañar, es inmanente al mero instar y a la
compañía. Es acumulativo tal vez el cobijo, los lugares se suman y el afuera y
el adentro indican una tenue dirección, que se transforma lentamente en
domicilio a medida que se agarra costumbre y sentido... se enmarca en un todo
que le da significado y tradición, paciencia para volver a esperar, le da
dignidad.
Muy respectivo y
relativo como para generalizar quizás, con la duración suficiente. Acerca del
extrañar… sería algo así como una debilidad: generalizar la excepción y tomarla
como parte del paisaje. Pero a su vez tan solo como un punto de partida
arbitrario. La excepción persiste por su naturaleza de nuevo, novedoso y por
eso excepcional. En las mudanzas siempre hay algo nuevo y por ende factores
como un inmueble, un rincón o hasta un olor; “viejos”. ¿Donde se sitúa el
extrañamiento?, ¿en la casa nueva o en la vieja? quizás en el transe entre una
y otra, de la idea de una y la idea de otra, justo allí en el límite.
Creo que es
justamente en el puente, en la bisagra que sin arrinconarse nos impide saber
con precisión la dirección o el domicilio que se vuelve gaseoso, inflamable.
Nos invade una noción de desamparo coyuntural, aunque no estructural
afortunadamente. Es como si por un momento no viniera nadie a casa, no hay
posibilidad de ser anfitrión, uno tan solo es huésped e inquilino.
Es solo esperar la
fecha de vencimiento buscando entre aforismos y proverbios el significado real,
las interpretaciones se vuelven entonces, cosa seria. El significado real pasa
por la piel, sensato hasta el hartazgo y en cuya radical reseña se nos enseña a
modo de techo y paredes, el acertijo. Se devela la incógnita. Creo que es un
fenómeno que corresponde más al terreno de lo puramente físico y químico. La
distancia entre las paredes y la disposición de la cama, con criterios
astrológicos y metafísicos, y símbolos supersticiosos de origen oriental (como
la forma de una caracola o un tótem cualquiera) y fetichistas. Se genera un
ritmo inaudible hijo de la más diáfana sublimación, cuyas alusiones aluden a su
misma ontología, a su fuente recurrente de armonía reminiscente y circular. Al
significado oculto en la gotera del baño u cualquier otra nimiedad, bien propia
de cada espacio. Los detalles de cada inmueble van imponiéndose por si mismos,
sin nada más que el tiempo como cómplice y testigo. Aunque siempre que llego a
una casa, no hay cosa más linda que ponerla a tono. De dejar de sentirse un
extraño entre los pasillos y empezar a caminar de noche sin dificultad,
acordándose de detalles tan ínfimos como el balde que hay que llenar con agua
cada vez que se rompe la cisterna, o algún desecho de la cena atravesado, justo
por hacernos tropezar luego de habernos saciado. Los defectos, sin excesos,
pueden volver a un lugar encantador, si se acoplan al espacio, el espacio entre
la casa y su dueño, o su inquilino, dependiendo el grado de compromiso
contractual que le competa al mismo.
Mudar III
El concepto de
novedad refiere, desde tiempos remotos en cierta medida a lo desconocido en
tránsito a lo conocido. “Lo que es moda no incomoda” decía un viejo amigo y cuanta
razón atinaba.
Frente a lo
novedoso de un nuevo ámbito podríamos reaccionar en base a dos facultades bien
distintas: la memoria o la reacción. La actividad que se provoca en nosotros
corresponde predominantemente a una de estas dos esferas o facultades. Cuando
salía a ver casas, en bicicleta por las calles adyacentes de barrios humildes
veía con ilusión los frentes de las casas, reaccionaba frente a sus porches y
buhardillas de manera más o menos novedosa digamos (motivada o estereotipada),
si es que es posible establecer un grado de novedad. Y a su vez, actuaba de
memoria.
Al ver una calle,
una esquina o algún semáforo, se activaba en mi un recuerdo que yacía apagado,
esperando en una latencia frenética, una latencia que solo necesitaba de la
circunstancia para aflorar y manifestarse; y que sin embargo, era segundos
atrás insospechable, inusitada e innecesaria. La novedad y la necesidad tienen
un vínculo estrecho en momentos de mudanzas, momentos de hiperactividad del
aparato receptivo radicalizado por la falta de hogar aparente.
En el último
apartamento que viví, no tuve la mejor experiencia. Se llovía el techo del baño
y la humedad sofocaba cualquier intento de suspiro fallido. A eso sumarle unas
instalaciones de electricidad precarias para llegar a la inevitable conclusión
de que fue un error. Solo que puedo catalogarlo de error, luego de haber
emigrado de allí, si a la incomodidad de permanecer allí le hubiera sumado la
conclusión anticipada; podría también pensar que todo era un fracaso y sobre-extrañar.
Y ahora que estoy viviendo en un lugar sumamente luminoso donde las corrientes
de aire abundan (es debido a las alturas claro), puedo catalogarlo de error. Es
todo relacionado con lo novedoso del asunto…y gira en torno a la puja entre la
lejanía y la cercanía; una tensión reveladora.
Una vez lejos se
despertó en mí una especie de rechazo hacia aquel lugar, siendo que contempló
momentos felices, pero igual tal vez como si una excusa o un simple motivo para
ver a mi nuevo hogar realzado por los defectos del anterior y a su vez, para no
sentirme un fracasado, es que a nadie le gusta fracasar, lo que es en cierta
medida entendible al saber que entre la voluntad y la potestad no siempre se
trazan caminos parejos. La ruta de la capacidad es algo discontinua siempre.
Y eso que antes de
conseguir casa estuve varado durante semanas. Ahora pareciera otro.
121
Poema luminoso
Jamás he escrito nada, es más; creo que si tuviera la gracia
suficiente como para escribir un poema empezaría diciendo algo…, algo sobre
el extrañarse. Si.
Rondaría acerca de
la mismisidad y la otredad de dicha noción (¿es acaso una noción?) e
inevitablemente no tendría más remedio que aproximarme a la noción, digo a la
sensación, intentando indagar acerca de sus causas. Si es que se puede hablar
de una teleología, o sea de un efecto que tienda a un fin de manera causalística o lineal.
O si el episodio se desvanece en su propios límites, ínfimos e infinitos, si se
trata de una circunstancia inapelable.
En realidad
debería mediante una metáfora certera y tajante rajar la tensión en la
atmósfera de la lectura. Sembrar la incógnita de manera sutil, recurriendo a
una frase que nuclee luego al resto del poema si, ¡así!… algo como “el desapego
de las mañanas otoñales” (¡ay si tuviera la gracia suficiente!)…
Para cerrar el
verso y no dejar al lector con la sensación de ambivalencia… bueno en realidad
si fuera poeta seguramente sabría si es adecuado cerrar un poema con una
ambivalencia, con algo irresuelto; o más bien algo más elaborado, si acaso hay
receta alguna lo sabría.
Si me pasara un
poema por la piel (¡ay que gracia!). Bueno en realidad un poema acerca del
extrañar no debe ser engendrado en una atmósfera de dicha, bueno… no
necesariamente, no me convence igual del todo la idea en lo que leo. Por
ejemplo cuando leo acerca del extrañar o de la desdicha en algún poeta como
Salvador, o Benedetti, o Idea (los eduardos, alfredos, gustavos y fernandos); no se si la idea que se desprende, que se me
crea, corresponda necesariamente a un impulso análogo, ni siquiera se si el
acto creador corresponde a una experiencia de ellos o de algún conocido de
ellos. ¿Hablará del extrañar? O sería que yo necesitaba leer acerca de ello,
aunque fuere en las nubes o en las estrellas.
A lo mejor es una
composición de varias historias, o de su imaginación. ¡No! a lo mejor es
producto de un éxtasis sublime en el cual el inconciente del autor se
manifiesta sin trapujos… un acto de intuición radical. Ay si yo poseyera dicha
gracia, seguro conocería yo más al respecto,
que lindo sería
ser poeta.
122
SMS
1
SMS
1
Y LAS VENTANAS/POR SIEMPRE ABIERTAS/POR
LAS MAÑANAS/RECIÉN DESPIERTA a C.J.
2
PARA SER UN BUEN ACTOR/
NO SE TIENE QUE NOTAR QUE SOS ACTOR/ EN UNA ESCENA
3
EXPLORANDO LAS VICISITUDES/
DE UN (NUEVO) TERRITORIO
4
ANTIGUOS ARCAÍSMOS/
EN NÓVELES ESPEJOS
123
Todo
Todo eso que sentiste,
todo eso que sentí.
Todo eso que viviste,
todo eso que viví.
Todo eso que creiste,
todo eso que creí.
Todo eso que pudiste,
todo eso que pude.
Todo eso que aprendiste,
todo eso que aprendí.
Todo eso que perdiste,
todo eso que perdí.
Todo eso que intuiste,
todo eso que intuí.
Todo eso que dijiste,
todo eso que dije.
Todo y nada,
nada como un antiguo ser inanimado,
en el fondo de algún mar perdido
en cuyo domicilio se entabla parte de lo que fuimos,
y de lo que sigo siendo, en jornadas de azul melancolía.
Se desborda el cauce y emerge la inundación sobre el nivel del mar la corriente fuera de control corre indefinidamente. Por sitios ajenos de lugar, donde la dinastía de la lluvia murmura, soledad.
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Todo
Todo eso que sentiste,
todo eso que sentí.
Todo eso que viviste,
todo eso que viví.
Todo eso que creiste,
todo eso que creí.
Todo eso que pudiste,
todo eso que pude.
Todo eso que aprendiste,
todo eso que aprendí.
Todo eso que perdiste,
todo eso que perdí.
Todo eso que intuiste,
todo eso que intuí.
Todo eso que dijiste,
todo eso que dije.
Todo y nada,
nada como un antiguo ser inanimado,
en el fondo de algún mar perdido
en cuyo domicilio se entabla parte de lo que fuimos,
y de lo que sigo siendo, en jornadas de azul melancolía.
Se desborda el cauce y emerge la inundación sobre el nivel del mar la corriente fuera de control corre indefinidamente. Por sitios ajenos de lugar, donde la dinastía de la lluvia murmura, soledad.
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